jueves, 13 de julio de 2017

MEMORIA QUE RESISTE

Memoria que resiste: Memoria histórica de un territorio vulnerado contado por mujeres de la comuna de Puerto Octay. Autora: Jacqueline Lagos Maragaño
Comentario  de: Javiera Arce Riffo. Es Licenciada en Ciencias Políticas y Gubernamentales, Administradora Pública de la Universidad de Chile. Magíster en Ciencia Política, mención instituciones y procesos políticos de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Secretaria Ejecutiva de la Unidad de Igualdad y Diversidad de la Universidad de Valparaíso. 
"Hace algunas semanas, llegó a mis manos por una querida amiga el libro “Memoria que resiste: memoria histórica de un territorio vulnerado contado por mujeres de la comuna de Puerto Octay, escrito por Jacqueline Lagos Maragaño.
El libro representa un interesante trabajo de reconstrucción de la memoria histórica contado por mujeres, cuya tónica común consistió en su vinculación con el cooperativismo y los beneficios de las economías de colaboración en los territorios rurales de Chile previo al golpe de Estado ocurrido en 1973. Este hecho se presenta en el relato de las mujeres, como una fisura generativa que acabará por modificar la tranquilidad de la vida de las protagonistas y sus familias en el campo.
El contexto rural, marcó de manera profunda la identidad de las cuatro protagonistas de estas páginas: Erna Águila, Ana Ortega, Noraliza Grandón y Marina del Carmen Torres.
Los relatos de las mujeres se encuentran acompañados por la prosa de la poetisa María Bernardita Vargas, hija de Ana Ortega, quien va describiendo con pluma ágil los pasajes e identidades de las protagonistas.
Las historias encuentran conexiones, tales como la dedicación de estas mujeres a sus familias numerosas, su dedicación exclusiva al trabajo no remunerado, que consiste en su caso al cuidado de sus hijos y de la casa. Destaca además la capacidad que poseen ellas de realizar incluso labores relacionadas a la salud, en particular respecto de atender sus propios partos. Asimismo, ellas plantaban sus propios alimentos y confeccionaban la ropa de sus hijos, mientras sus maridos se dedicaban a trabajar en la “Hacienda”, la cual las proveía de ingresos que les permitían en aquella época sostener sin mayores dificultades a sus numerosas familias.
Aun cuando el contexto rural suele estar marcado por las dificultades del entorno, las pocas comodidades existentes y el aislamiento, estas mujeres relatan que sus vidas eran tranquilas, que en general la cooperativa les permitía vivir bien, repartir las ganancias de los asociados de manera equitativa, y recibir los beneficios de un trabajo bien hecho.
La instalación de la dictadura militar marcará para ellas un tránsito hacia una sociedad mucho más violenta y abusiva con las mujeres y con sus familias. En que algunas de ellas llegaron a ser maltratadas y detenidas por reclamar mejores condiciones de vida, o en su efecto recuperar las condiciones que tenían antes de la intervención dictatorial en la cooperativa, mientras que otras fueron desalojadas de sus tierras y sus casas, para dar paso a la expansión de las empresas privadas, que lograron apoderarse de “la Hacienda”, en primera instancia durante la dictadura con Ponce Lerou, y en democracia con otras empresas privadas.
Las violencias sufridas por estas mujeres marcará la evolución también del “campo” en Chile y el debilitamiento del mundo rural que ha calado profundo en el imaginario de la sociedad actual, pero del cual no se ha hecho un análisis sustantivo en materia incluso de política de Estado sobre la necesidad de mantener y potenciar este mundo rural. Se ha olvidado la importancia del trabajo de la tierra y su positivo impacto en los seres humanos, sin el “campo” no hay alimentos.

El libro “Memoria que Resiste”, además de entregarnos elementos analíticos fundamentales para reconstruir la memoria histórica de la comunidad de Puerto Octay, a quienes no pertenecemos a ella ni a la región, nos obliga a replantearnos la necesidad de vincularnos con los misterios del mundo rural y el campo, y cómo las mujeres son las que están en la actualidad resguardando nuestras semillas y nuestra comida. Estas memorias permiten la debida conexión con las corrientes ligadas al ecofeminismo, y su necesario estudio y abordaje político en el contexto chileno. La abstracción del feminismo por lo general, prefiere quedarse en lo discursivo, y en discusiones “de salón”, despreciando incluso otras formas prácticas de vivir el feminismo, sin tanta teoría, como el cultivo de la tierra, el resguardo de las semillas y el respeto a nuestros pueblos originarios, problemática que por cierto también es abordada por la autora, en uno de los relatos en que Marina Torres describe la discriminación desde su origen, por el hecho de que su padre pertenecía al pueblo Mapuche, en que su abuelo, le tenía prohibido a ella y a su madre, tener contacto con su progenitor. Ya en la adultez, la mujer pudo reconectarse con esa cultura y esa historia, antes despreciada por los discursos de “homogeneización” y de “blanqueamiento” de la élite chilena, la cual plantea una superioridad incluso racial por sobre los pueblos originarios nacionales, y también sobre nuestros vecinos de la diversa América Latina. Este discurso homogeneizador de la “superioridad chilena”, ha generado practicas opresivas contra los pueblos originados, cuya expresión máxima es la sufrida por la violencia del Estado contra el Pueblo Mapuche.
“Memoria que resiste” es una invitación a repensar las nuevas formas de relación y encuentro con el pasado, a través de la historia incluso de quienes fueron actrices secundarias, como es el caso de las protagonistas. Es importante recordar que estas mujeres no tuvieron acceso a formar parte de la cooperativa principal, pero su trabajo doméstico impactó de manera positiva en el bienestar de sus familias y de la comunidad, mejorando la calidad de vida de los habitantes de Rupanco, pero con la instalación de la dictadura militar, todo cambió y las condiciones de vida de los trabajadores y de sus familias empeoraron. Estas políticas económicas implantadas a sangre y fuego por el dictador, permitieron palpar de qué manera el feminismo jamás podrá dialogar ni mucho menos encontrarse con el autoritarismo, el terrorismo de Estado, el modelo capitalista y el neoliberalismo basado en la individualidad y la desarticulación social. 


Finalmente agregar que los elementos que entrega “Memoria que resiste” incluso servirán para replantear el modelo de desarrollo chileno y la falta de diálogo que existe entre la transversalización de género en las políticas públicas, la política social y la política de emprendimiento, que ha tendido, desde una visión de mercado, a promover el emprendimiento individual en desmedro del colectivo, junto al desprecio por la asociatividad. Como consecuencia de esto, las pequeñas empresas poseen una vida que no supera los 5 años, y en general las mujeres que asisten a las capacitaciones otorgadas por programas como Sercotec, Fosis, Sernam, entre otras entidades públicas, prefieren no iniciar actividades, por temor a perder sus beneficios sociales.
“Memoria que resiste” nos invita a analizar, reflexionar y poner en cuestión las formas de gobernar, basadas en la competencia incluso por los recursos públicos y las ayudas sociales, las propuestas de solución a los problemas actuales, y a cómo recuperar el sentido social y el desarrollo democrático, para caminar hacia la construcción de un proyecto colectivo, cooperativo y solidario."

* Fndr Cultura Gore Los Lagos 2016 Corp, El Canelo de Nos y Denisse Endress Bórquez.Agradecemos la gentileza en la gestión de la nota a: Monserrat Letelier.Ediciones Una temporada en Isla Negra.Diseño: Cristòbal Sandoval Lagos.Imagen: Tatiana Torres Vargas.

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