miércoles, 18 de septiembre de 2019

Amanecer

"Fuiste de mensajes bruscos, caracola que bañista pobre deja a la orilla, la recibí del mar, sin fuerza, desnuda... un eclipse, un temporal avecinado.
Un día sagrado en la Tierra, me siento forastera del mundo, no hay paraderos en el mar, ni el las plumas que traje a cuestas.
Vaciando el corazón estoy ahora.
Llena de coraje, orígenes, errante en un camino sin refugio, sin matriz que me proteja.
Recorrida por el día, soy navío extraviado, como tú, alucinando tesoros, abrazos olvidados, llantos ingenuos, amores blandos, tiempos gastados...
Queriendo reponerme antes de volver al borrón y cuenta nueva.
Me adormece ser yo misma, sin cadenas, sin cordón umbilical, concepción de mundo arraigada en el rostro. Un alma reciclada.
Junio, sol de retiro que trago, liberando olores, soñando la estirpe del Caballero, allá en la cresta de la ola, atrevido, silencioso... que escribe impaciente los sonetos de su muerte.
Los suspiros se derriten en sus pies ya secos.
Tantas despedidas, tanto adiós quedaron grabados sin explicación.
Caen los sentidos, se desgarran las creencias.
Ella, parece conversar en la vera del camino, revisando escritos en las nubes, acumulando el habla.
Mientras las botellas se van mar adentro, voz en cuello, pariendo  los espejos sueltos,  aquellas promesas...  esa vida encarcelada, la  de Ella.
Un sable en retirada vence al silencio, preguntas que nunca obtuvieron respuestas, llamadas ciegas, una terraza muerta, hundida en signos de batalla que dejaron nuestras pieles disecadas...
Las puertas se van cerrando.
Tibio este amanecer borra el último lamento: ¡Hasta pronto amor mío!!
Algún día cuándo baje la marea y el beso de la muerte sea eterno, este accidente imaginado verá las intenciones, sin caminos cansados y palabras que no llegan.
Nuestro amor será primario,  nuestros corazones  se desnudaran,  desataran los nudos y los ritos compartiremos.
Huida y deslizada me comporto ahora, los demás no están en mi pellejo y cojeo cortándome el pelo... la invitación desaparece digna, sin momentos, sin palabras.
¿Los cisnes? seguirán esperando…
¿El navío? A la orilla,  ahí detiene la vida, dibuja el cielo, sin recuerdos ni fecha en el calendario.
Una lágrima obcecada revisa la cara, una voz que no pregunta, mira el sol elevar el  rostro de aquel hombre imaginado.
Nuestros caminos se cruzaron, sin embargo,  no nos detuvimos..."
(Fragmento ©2006. Jacqueline Lagos)

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