Me han pedido que comparta con ustedes en un
nuevo proyecto que se inicia y al que deseo desde ya mucho éxito, las personas
que me conocen saben que cuando la invitación viene del coraje y los sueños de las
mujeres, me anoto en la aventura.
Ya llevamos casi cuarenta días en que la vida, se
nos giró en ciento ochenta grados a todas y todos, nadie ha quedado inmune a una
situación de pandemia mundial, de pronto nos vimos confinadas y a tener que resolver el cómo y cuándo, a adecuarse a este especie de reclusión
domiciliaria que tenemos. De todo hemos visto y escuchado en estos días, en más
o en menos, de cómo cuidarnos, qué hacer
si tenemos síntomas, cuando acudir por ayuda médica, la distancia social o
solidaria, etc., De alguna u otra manera nuestra vida ha sido trastocada, leía
por ahí que las mujeres se han visto recargada
y sobrecargada en el quehacer al
interior de las casas, si no todas, la amplia mayoría. Me impacta
ver como las mujeres siguen sosteniendo los hogares, otras han seguido
trabajando, teniendo que lidiar con luces y sombras de los integrantes de la
familia, convivir con las violencias y a
su vez, velar por su auto cuidado. No suena raro decir también, que hemos visto las miserias y egoísmos en esta
situación de confinamiento, la salud de la población en manos de una especie de
arbitrio, sin dudas nos han puesto de
frente y de cara a la humanidad que hemos construido o al menos avalado en
estos años. Entonces cabe preguntarnos, ¿de qué estamos hechas?, pareciera que la resiliencia en las mujeres a
ratos nos convierte en seres de otro planeta con tanto que decir y hacer. ¿Qué cambios
soñamos y/o estamos dispuestas a hacer para
elevar una nueva cultura a esta nueva “común
unidad”, o de esta, una nueva humanidad, que aflorará indudablemente?
He visto mucha
información en estos días, como algunas mujeres han liderado en países muy
lejanos al nuestro, esta pandemia con
sabiduría y coraje. Pero vuelvo a ¿qué podemos hacer nosotras, desde nuestro microespaciomundo? ¿Tenemos
algo que decir? ¿Nos hemos sentido escuchadas?. ¿Cuántas de ustedes, han
recordado o acudido a la antigua receta del pan casero, o esas galletas que
comimos cuando éramos niñas¿. ¿Cuantas de ustedes, ha vuelto a tejer, a
cultivar las hierbas aromáticas, a repensar el huerto, soñar tal vez con árboles frutales en las plazas.?. Las mujeres tenemos en nuestras manos, las prácticas, que vienen de antes, de esos
aprendizaje de nuestras abuelas, esa matriz generosa que hoy más que nunca ha
aparecido por ahí en la memoria, en las nuevas y antiguas recetas y “secretos”
caseros, quizás nuestra salvación en momentos en que sentimos la vulnerabilidad
y fragilidad como seres que “pensamosentimos”. Es difícil mantener la calma y
la meditación y echar mano a estos recursos cuando estamos con niños pequeños o
adultos mayores en casa que dependen generalmente del cuidado también de
mujeres.
Quizás es la hora-tiempo de volver a rescatar esa
mujer medicina que llevamos todas de alguna u otra manera tatuada en el
alma, aprovechar de preparar la tierra
con esperanza de ver la nueva primavera
florecer de nuevo. O bajo otros
parámetros, rescatar nuestro particular aprendizaje de aprender en estos nuevos
tiempos, a sobrevivir. De intercambiar, de compartir, de circular, aunque sea
virtualmente, reaprender que somos parte de un tejido universal, que somos
mujeres conectadas con la energía de la luna, que nuestros ciclos nos hacen más
intuitivas a la hora de tomar decisiones. No soy una experta ni doctorada en
nada, más la universidad de la vida, me
ha mostrado que cuando las mujeres estamos en “crisis” y se juntan, aparece una
energía maravillosa, que nos alienta sororamente
y solidariamente unas a otras y se expande a nuestro entorno. No nos olvidemos
que no estamos solas, no nos desconectemos, ocupémonos de nuestra salud mental,
no dudemos en llamar a esa amiga que está dispuesta a escucharnos, seamos
nosotras también oídos para esa mujer que nos necesita. Sigamos poniendo el
corazón primero, aún en medio de esta pandemia. Sigamos confiando las unas en
las otras.
Finalmente albergo esperanzada que este espacio
sea el inicio de muchos, quisiera compartir con todas un poema de una poeta rancagüina,
Paula Daza.
HERMANAS SILVESTRES
A mis amadas amigas…
Somos las Hermanas Silvestres…
Dadoras de Infinito…
Las que nacemos sin que Nadie
Lo
hubiese pedido…
Somos las que regalamos Colores nuevos…
Las que danzamos con los Pétalos al Viento…
Las que crecemos al lado del camino…
… Sin
que Nadie lo pidiese…
Somos las Hermanas Silvestres…
Las que entonamos cánticos remotos… …Ancestrales…
Las proclamadoras de Conjuros…
…Plegarias… ... …y Ruegos…
Somos las Hermanas Silvestres…
¡Las Declamadoras de Libertad!
Las Fugitiva… Las Olvidadas…
Somos las Hermanas Silvestres…
Las desconocidas…
Las que sólo nombran las abuelas…
Las que son cortadas sin sentidos…
A las que llaman… dolorosamente… “Maleza”…
Somos las Hermanas Silvestres…
Las amadoras eternas… Las encantadoras… Las
fascinadoras…
Las humanizadoras… …De una humanidad DesHumanizada…
Somos las Hermanas Silvestres…
Danzando con los pétalos al viento…
Creciendo al costado del camino…
Elevando cánticos y ruegos…
Esparciendo aromas en el aire
Amando… Naciendo… …Sin que nadie lo haya pedido…
Atentamente,
Jacqueline Lagos Maragaño.